domingo, 16 de octubre de 2016

contradicción

Preguntamos hoy por esas situaciones, propias de un desierto y de todos los desiertos, cuando el peregrino ha de "jugar" en ámbitos contradictorios, que quieren apartarlo o alejarlo de su camino...
¡Cuántas  veces preguntamos: -¿por qué?- ante pruebas de toda índole, aún en la soledad!
Hoy, desde luego, en esas "crisis" de convivencia, se multiplican las cuestiones y los problemas. Y no hallamos, por lo menos rápidamente, la solución deseada...
Nos detenemos, entonces, en la oración en el Huerto. Y nos damos cuenta de que no aceptamos muy fácilmente la Copa del Señor. Por el contrario, pretendemos el éxito y la satisfacción, no sólo de sabernos en lo cierto siempre, sino de merecer no sé qué premio reconfortante en esta hora o en cualquier otra.
Ha aparecido el "desengaño" en el oscuro horizonte delante nuestro. No lo queremos en modo alguno... Pero ahí está.
Muchas veces hemos recordado que el desierto de hoy (el de siempre) tiene las pruebas y las tentaciones de Antonio, y éstas no son precisamente simpáticas.
Pero el Señor bebió la Copa. Las horas de la tentación y las contradicciones son harto variadas. Pero nos traen el consuelo en ellas mismas, sobre todo cuando sabemos y meditamos que el Señor nos invita a seguirlo, a vivir en Él y con Él su Misterio, que es también, de algún modo, el nuestro.
No nos detengamos en saber si es esto o aquello. Dejemos a Dios ser Dios en nosotros, en confiado abandono, en esperanza, en el mismo Espíritu que nos es dado...
¡Ven Señor Jesús!

Alberto E. Justo