domingo, 21 de agosto de 2016

Consideraciones pequeñas

Porque aquello que es mayor y más alto se manifiesta en lo pequeño... Es silencio y quietud contemplativa, y no necesita agitarse, ni apurarse por nada... 
Sí, nuestro entusiasmo puede pedirnos esto o lo de más allá, pero lo que nos interesa, en profundidad y fecundidad, es más alto que las medidas que nosotros inventamos. Y lo más alto es lo más pequeño, como un niño es el mayor en el Reino de los cielos.

Alberto E. Justo


sábado, 20 de agosto de 2016

¿Quién soy?

Pregunta que siempre asombra... Pero la respuesta resulta -a veces- muy rebelde en las horas que corren en estos momentos de la historia...
Más allá de los "lugares comunes" hemos de tentar siempre una suerte de indagación, adentrándonos y aventurándonos en parajes profundos y no tan explorados...
¿Somos "eso" que nos dicen? Desde luego que no, porque el "secreto" que nos distingue no está expuesto en ninguna parte y nadie puede atreverse a violarlo.
Nadie es "objeto" de exposición. Cada uno es algo así como un "tesoro" de Dios, que Dios vela y cela, más hondo que todas las suposiciones y que todas las "ideologías" de moda o no.
¡Es grande el misterio del hombre! Por ello sigamos el camino que nos conduce a lo alto...
"Al que venciere le daré del maná escondido y le daré también una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe." (Apoc. 2, 17).

Alberto E. Justo

viernes, 19 de agosto de 2016

Vida verdadera...

¿Porqué repetimos los viejos pasos si el camino ya está trazado y hasta recorrido? La Morada del Corazón de Dios es la nuestra y nos regala una evidencia: de alguna manera estamos siempre en casa... Sí, esto es así aunque pasemos por terribles desfiladeros y se perciban esas "amenazas" que no alcanzan su objeto...
Las agresiones pueden ser muchas. El Señor las ha padecido a todas y nos exhorta a no temer.
¿Es éste un consuelo? No, es la verdad. Nadie nos dice nada para amortiguar golpes o endulzar caminos ásperos... Lo que sabemos es que Él es: el Camino, y la Verdad y la Vida.

Alberto E. Justo


vamos directamente

¿Para qué apegarnos porfiadamente a recursos infinitos y medios interminables? Nuestra fuerza consiste en la virtud que opera desde lo alto y llega, en un instante, al corazón.
No son necesarios, ni mucho menos, los "tratados" que nos dicen tantas cosas. Tal vez en su propio nivel convenga aprender más de esto o de aquello, porque el estudio es ascesis y virtud... Pero en lo esencial propiciamos la vía directa, elevando nuestro espíritu en el Señor que nos invita y nos recibe a cada instante...
Pronuncia en tu silencio, en lo más profundo, el Nombre. Y déjate elevar donde no sabes...

Alberto E. Justo


miércoles, 17 de agosto de 2016

Camina en paz...

El peregrino se convierte en caminante de paz... El camino, su senda, es escuela y oportunidad de bienes mayores que él no sospecha.
La "prueba" no puede engañar, Dios nunca abandona a sus hijos...
Ahora mismo descubrimos esa ternura divina que siempre nos acompaña. Porque la ternura, que desciende desde lo alto a nuestro corazón, puede experimentarse a cada paso si, desde luego, nos disponemos a recibirla. No es ilusión ni invención nuestra: es obra y presencia de Dios, inmediatamente, en modo inefable e insospechable.
Es hora de escuchar atentamente aquél "no temas" de los anuncios angélicos. El Señor vuelve a pronunciarlo en nosotros, íntimamente. No haya dudas de esta espléndida verdad.

Alberto E. Justo


lunes, 15 de agosto de 2016

el gesto y la agresión

No son las palabras solamente, ni el lenguaje, lo que podemos emplear como "carta de presentación" en cualquier encuentro... Hay mucho más. Para el bien de la paz es imprescindible el respeto que es otro nombre de la Caridad.
Y esto se expresa en un "gesto", que se hace hábito y nace de lo profundo, y que yo llamaría "señorío" o "caballerosidad". Se trata de una delicadeza, propia de los espíritus superiores, que imita -con coraje y valentía- la ternura del Amor de Dios; y que, desde luego, de Él procede.
Jamás un alma pura, despojada de soberbia y necedad, puede agredir a otra...
Téngase en cuenta... El bien se alcanza con perseverancia y, sobre todo, con magnanimidad...

Alberto E. Justo


viernes, 12 de agosto de 2016

¡Te alabamos en silencio y en soledad!

Aunque no lo sospechemos... Nuestra oración no se detiene si brota, con humildad y confianza, en el mismo Corazón de Dios. Nadie lo sabe, nadie puede adivinar la inmensa e infinita misericordia del Señor, que -sin demora- nos acoge y nos sumerge en el mar de su Amor... Y nos perdona, y nos vuelve a perdonar, y nos eleva, y nos abre Su Morada que se hace nuestra.
En la quietud de su Presencia Única todo se transfigura. Lo que parecía no estar: está y es más íntimo y profundo... Hay una "sonrisa" del Señor que nos recuerda a la sonrisa entre Él y su Madre y nos rescata y nos hace renacer en esa Fuente inefable que no podemos explicar ni describir.
¡Oración silenciosa y admirable!

Alberto E. Justo


La "agresión emotiva"

Comenzamos hoy con un texto del Dr. Gregorio Marañón: "(...) nosotros sabemos bien que no son las largas horas de esfuerzo e insomnio las responsables de las miserias de ahora, sino la ansiedad de la lucha, la tensión dolorosa, la ambición, el mismo sentimiento del triunfo, la "agresión emotiva" en suma, las que han labrado la esclerosis prematura de las arterias y la limitación senil de las aptitudes psíquicas.
"Si fuese, pues, posible una pedagogía afectiva, nosotros aconsejaríamos a los jóvenes que nos escuchan: trabajad mucho incluso sin medida, si vuestra ambición os impulsa a ello. Pero reservad vuestra emoción, administrarla a la dosis precisa para dar interés y generosidad cordial a vuestra obra. Sin embargo, ¿habría nada más absurdo que este consejo?
"Porque el hombre, el dueño del planeta, de nada es menos dueño que de su vida afectiva. Aun los que tienen fama de serlo, los varones fuertes, en realidad sólo dominan el mecanismo de la expresión emocional que en gran parte es de inervación voluntaria y muy susceptible, por lo tanto, de ser educado. Pero la convulsión orgánica vegetativa de la emoción se produce al choque inmediato de la realidad, sin defensa ni atenuación posible; y sin que valga el hábito para impedirla. Tenemos a flor del espíritu el mecanismo receptor de las emociones, grandes o pequeñas, y por ello somos sus esclavos.
"La emoción, por lo tanto, nos hiere a todas horas sin darnos cuenta de su agresión y sin que podamos defendernos de ella; y esta agresión alcanza la totalidad de nuestro organismo..." (F.Pérez Gutiérrez "La juventud de Marañón" Madrid 1997 p.449)
  Si esto es así las guerras más terribles que azotan la humanidad ahora consisten en las agresiones que se deslizan de hombre a hombre, en el uso y empleo -¡tantas veces inconsciente!- de sutilezas angustiantes que el mismo "depredador" ignora. Hay quienes poseen no sé cuál instinto agresivo que da en el blanco, hasta sin intentarlo, alcanzando a la víctima que no puede defenderse.
 Sólo el Misterio inmenso e infinito de la Cruz puede darnos la apertura necesaria. Volveremos sobre todo ello. Porque cuando el hombre está "desarmado" ataca con otros medios, en los cuales la lengua, las intenciones no manifiestas, la mentira, el engaño diminuto, la intriga, y mil cosas más, juegan un papel decisivo cada día y cada hora.

Alberto E. Justo


martes, 9 de agosto de 2016

¿Qué has dicho...?

Pues... nada... ¿Qué dije o qué puedo haber dicho? En realidad, claro, era y es mejor no decir, en suma: callar. Si es mejor callar no reconstruyas con ahínco lo que quisiste o creíste decir. Simplemente no has dicho nada...
El rumor de las palabras acaba por atar al peregrino a un pasado o a algún ensueño que, desde luego, lo daña. ¿Hay que decir algo? Es lo mismo que preguntarse: -¿Hay que "hacer" algo? Pero, ¿para qué atarnos una vez más? El hombre se aflige y sufre por el "hacer" que no hizo o por lo que no logró plasmar... Entonces: -deja y olvida. Es cuestión de paz y de buena salud.
El silencio profundo y verdadero no es violado con facilidad. Lo más cierto es que (como el amor) es más fuerte que la muerte... No puedo, en realidad, "decir". Nunca quedaré conforme con lo que digo... Siempre faltará un acento... o lo que sea.
Los "sonidos" apenas son pobres: se esfuman ahí no más. Y se van, y pasan, como las nubes que viajan, vienen y van, pero no puedo detenerme sobre ninguna de ellas...
No lo olvides... Nada hay que "hacer" o "decir" y, en cambio, es sublime lo que vamos a recibir, en los acordes de nuestra vida. Sí, vida que es Vida, que adviene en altísima aurora...

Alberto E. Justo



sábado, 6 de agosto de 2016

En el mismo desierto, más allá de los bosques

En realidad no lo sabemos muy bien... En horas de prueba desaparecen los "lugares" para dejar paso y espacio a una dimensión más alta y hasta "definitiva."
Nos preguntamos hoy, como ayer, ¿dónde está el Cielo? ¿Allí arriba, bien lejos?
Deja de hacer conjeturas y no imagines. Conoces el Cielo, más aún: lo ves, lo descubres cuando el dolor aparta tu vista de las reiteraciones que se suceden en la escala por la que subimos.
La Voz del Señor insiste: -NO TEMAS. ¿Tantas veces contigo -nos repite- y aún no sabes que Yo estoy en el Padre y el Padre está en Mí?
Pero asaltan las dudas, las tentaciones; y la severidad de una "hora" que no podemos calificar, nos deja perplejos.
¡Dimensión más alta! ¡Pobre expresión la mía, que no alcanza a decir nada!
El Señor vuelve a repetir: -¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas en vez de dejarme al cuidado de todas tus cosas? Huye de las preocupaciones angustiosas y de los pensamientos acerca de lo que pueda suceder después... Cierra los ojos y confía...
Suavemente vibra un llamado que es antiguo y que es nuevo... Es la Voz permanente e indudable del Amor Primero...

Alberto E. Justo


¿Por dónde vamos?

En efecto, hoy por hoy renuévase el interrogante: ¿seguimos a alguien en particular? ¿Hay alguna lectura recomendable que nos guíe en las horas de confusión o de olvido?
Seguimos de camino y nos detenemos en escaparates y exposiciones de todo tipo, en librerías y bibliotecas, hasta en el teatro, aguardamos no sé cuáles "encuentros" que -al menos- nos digan una palabra o nos señalen un derrotero...
Si elegimos un autor o un título, por más grande y maravilloso que sea, acabamos buscando todavía más, porque quedamos sedientos en medio del desierto...
La palabra humana, los signos más o menos aceptados frecuentemente callan... Es mucho lo que podemos aprender, desde luego, pero me atrevo a afirmar que, en el fondo, buscamos "otra cosa", sí, algo que nos lleve más allá de esas cuestiones que no acaban de acabar.
Olvidamos, o quizá descuidamos, que hemos recibido un hálito de vida, que participa, inmediatamente, de la Única Fuente de la Vida, de la Vida misma...
La procura de respuestas "materiales" o de efectos especiales, nos derrota y nos confunde.
Hay un silencio interior... Una plegaria, una poesía inefable, que es presencia en el corazón, y que no calla jamás. Recomienza siempre, a cada instante nace y renace y no necesita otra cosa que nuestra adhesión y nuestra confianza... Que la Paz interior nos ayude y acompañe siempre.

Alberto E. Justo


viernes, 5 de agosto de 2016

Decir, callar, meditar...

¿Es posible expresar lo inexpresable? ¿Es tan luminoso lo que no sabemos? En la noche -¡tantas veces!- hallamos la luz, esa misma que quisiéramos descubrir más allá de las fronteras.
Luz que no ha de apagarse, sino que cada vez se enciende más... Cada vez más. No hay ya escuelas ni modos... Allí y aquí está. Es la vida, el espíritu que guarda el secreto que recibe y que tiene infinito valor en la apertura del corazón. ¡El secreto que recibe! ¿Qué puedo añadir?
Cuanto menos sabemos, más aprende el corazón. Paradoja muy simple, desde luego, pero incomparable consuelo y alegría cuando se disipan las nieblas y se levanta la aurora, con el perfume sin par de la primera mañana, del amanecer.
¿Qué es este "amanecer"? ¡Un Nacimiento inefable!

Alberto E. Justo


martes, 2 de agosto de 2016

Estoy seguro...

¡Regalo enorme, éste de la Fe! Tal vez las vacilaciones nos desvíen a veces... Pero pronto hemos de hallarnos mucho más allá. Aguardamos, sí, una sorpresa que nos eleve y levante... Es la "sorpresa" de la "vida" que es una misma con el Viviente. No podíamos imaginar tal grandeza, aunque todo calificativo es vano e insuficiente...
No pretendamos "comprensiones". Simplemente porque estamos más allá...

Alberto E. Justo


peripecias en el viaje interior

Sorpresa del peregrino es descubrir, con gozo, la amplitud de su viaje. Éste consiste en el camino del corazón, en un descenso (que es ascenso) a la profundidad fecunda de su espíritu.
Los "ronquidos" de las fieras cercanas no han de turbar su reposo ni sus pasos. Porque hay en las rutas de este mundo (y de cualquier otro) multitud de curiosos impertinentes que necesitan, a lo que parece, dominar un tanto o controlar otro tanto, el andar pacífico de cuantos pasan...
Tú, hermano, no aceptes nunca funciones ni responsabilidades de espía o de algo así. Opta, decididamente, por el ocultamiento y no profanes los caminos de nadie... Perdona y sigue, sin desvíos, tu dirección y tu bien.

Alberto E. Justo