martes, 17 de marzo de 2015

un "desierto" de mediocridad

Ante el "imperio" de la... "necedad", en edades de "torpezas". En fin, el peregrino se pregunta, el hombre se interroga, -¿qué debe hacer?
Es importante responder muy rápido: -nada. Sí, porque se "hace" ante motivaciones o causas o situaciones de "valor". Entonces es preciso obrar con convicción. Pero en las zonas tenebrosas que escapan incluso a la racionalidad... es necesario callar y "seguir". Es lo que Virgilio dice a Dante, ante los gritos de los mediocres, al inicio de la peregrinación infernal: "non ragionam di lor, ma guarda e passa". No te detengan, no pienses, no consideres... simplemente mira y pasa de largo. Es decir: "sigue" sin vacilar. A pesar de los gritos, a pesar del ruido, a pesar de los "aparatos", a pesar de las noticias...
¡Ah, hermano, aprende a valorar tus pasos y el camino que trazas! Es único por gracia de Dios y vale -¡vaya si vale!- a pesar de lo que parece amenazar...
Simplemente sigue, en paz.

Alberto E. Justo

lunes, 16 de marzo de 2015

Pequeña voz, escondida llamada

Reconocer y sumergirse en el corazón es mayor que todas las "obras" que puedan realizarse en esta vida. ¡Quien pueda y quiera entender, que entienda!
Presta atención a lo que ya llevas... Desde hace tanto tiempo...
¿El signo? Aquello... Todo lo que no cabe en signo alguno.
Quisiera ver más de lo que he visto, quisiera ver más de lo que veo, oír lo que no se oye por esas rutas sin confines...
Pero todo eso que deseo no se halla donde sospecho. Sólo el "abandono" me lo entrega en lo escondido del corazón.

Alberto E. Justo


Ingreso en el desierto aún no conocido

En efecto, el "desierto" ni se define, ni se ubica... Se descubre cada vez... El corazón no sabe de estructuras ni de maneras...
Quizá el lenguaje deba independizarse cada vez más... Pero no diremos nunca lo que supera toda expresión.
¡Deja -pues- esta casa en ruinas y lucha por otra (que es la de siempre) y que descubres en tu corazón!
Siempre será posible "ir más hondo". Más alto y mucho más alto... Las "estructuras" oprimen solamente un pequeñísimo lugar. El error consiste en otorgarles una influencia de la que carecen. Porque, en realidad, estamos muy lejos y manoteamos estúpidamente por estar cerca... ¡Curiosidades tontas y vanas!
La obsesión por la "actividad" es grotesca y torpe. Soslaya la dimensión espiritual de la persona y acaba por transformar la vida en "administración" y la sustancia en "método".
Hoy por hoy se "contempla el dedo que señala la luna."

Alberto E. Justo

¿Deseo?

Nada satisface nuestro "deseo"...
Día a día se apagan las luces, que se las tenía por nuevas y duraderas... Cuando esto así acontece es necesario detenerse al menos un instante, escudriñar en el corazón y abismarse en la quietud pequeña, dar tiempo al respiro y no encerrarse en razonamiento alguno.
Sólo mirar y embelesarse con lo que aún no vemos, sólo gustar lo que ya está llegando. Y dejar..., continuar el camino con la certeza de que algo nuevo nos ha levantado esta vez.
Atiende, pues. Inclínate a la voz profunda... ¿De dónde viene? ¿Es sólo silencio? ¿La "voz profunda" es silencio?
¡Deseo atender para que "esa" voz me seduzca por fin y me levante con Ella!
Pero ¿hay una voz o es puro deseo mío? ¿Qué es -ahora- este deseo, que no puede expresarse de ningún modo? Si no encuentra palabra ni canto en el pesado subsuelo que imagino...
Es, entonces, el momento, el instante, la ocasión: de sólo ATENDER, de recibir, de acoger..., de contemplar sobre toda visión, siempre más allá.
Ver más allá... ¿Es demasiada audacia, exagerado sueño?
¡Ah, el sueño!
De camino en luminoso sueño...
El sueño se recibe, no se inventa. El sueño llega como el viento, como el soplo que no tiene fronteras...
No, no puedo fabricar mi sueño y tampoco parece que lo quiera...
Pero, ¿es un sueño?
Sí, ¡claro! es que viene... Es que llega... Ya está aquí. ¡Siempre estuvo aquí! Sólo arriba lo que estuvo siempre.
A nosotros la audacia de afirmarlo... ¿Por qué no? Lo que hoy quiero lo he tenido siempre, y si no... jamás lo quisiera.

Alberto E. Justo

sábado, 14 de marzo de 2015

esperanza

Las horas que se suceden... "O beata solitudo, O sola beatitudo!!!!"


















sábado, 7 de marzo de 2015

En la lucha por la soledad

¿Luchar por la soledad? ¿Luchar por la realidad más allá de los oscuros espacios de este mundo en caída?
La pregunta suena como una ironía. Lo que suponemos siempre es que hemos de procurar, con trabajo y fatiga, los "lugares" en este mundo. Pero hoy no es más así... Hoy las "sombras" enemigas avanzan y no perdonan los ámbitos de paz, y, sobre todo, no toleran a quienes reciben esta incomparable vocación, que llamamos "contemplativa". No la toleran, quizá porque no la pueden aceptar ni, desde luego, comprender.
El llamado a la contemplación, en esta peregrinación, es la cima de la vida. Y no es posible soslayar ni olvidar este verdadero imperativo al cual, en ningún caso, podemos renunciar o ignorar.
El primer error a evitar es encerrar la vocación contemplativa en instituciones o centros ya preparados y supuestamente idóneos. La vocación es personal y profunda y nadie ni nada puede apartar de ella. Habrá "lugares" más o menos favorables, habrá escuelas y experiencia de sabios... Pero todo ello es marginal.
El "llamado" es directo, como un potente rayo de luz que se enciende en el horizonte y sólo reconoce aquél que es destinatario de semejante visión.
El peregrino queda irremisiblemente "herido" y llevado muy por encima de los estadios de este mundo.
La lucha es ahora el "desasimiento" y el olvido, aún de lo que más mortifica, aún de lo que -aparentemente- más atrae en las jornadas presentes, en los almanaques de moda.
La senda pasa por el Huerto de los Olivos y es éste un misterio que el viandante ha de vivir. Es "su" monasterio, su claustro de silencio y de oración, velando con Aquél, que sin cesar se manifiesta aún en el dolor y el desengaño. Es esta la "soledad" más alta, directamente, sin caminos, sin tiempos, sin espacios...

Alberto E. Justo



viernes, 6 de marzo de 2015

las fatigas del camino

Y, sin embargo, hacemos el propósito de no desanimarnos y proseguir la peregrinación que continúa.
Pero hay algo nuevo: en el verdadero "desierto interior" no estamos encerrados en "oasis obligatorios", ni llevamos insignias de ninguna clase... El "hombre del desierto", el solitario sin ficción, no sabe de dependencias y no se escandaliza de la necedad imperante... Simplemente va por su camino, ese camino que él mismo traza, y que resurge siempre nuevo en la senda bajo sus pies.
Las "organizaciones" desorganizan y ahogan: requieren anotaciones infinitas y la estupidez de los que aplauden. Pero no hay que mirar "dentro" de ellas... Es preciso huir hacia adelante sin vacilar.
El error será siempre el mismo: atemorizarse por las fatigas y los sinsabores. Nada de eso... Firmeza en el corazón.

Alberto E. Justo