miércoles, 28 de enero de 2015

más interrogantes

No acabaríamos nunca de... preguntar. Pero las cuestiones aparecen y no aguardamos con paciencia.
Nos preguntamos: -¿a qué grupo pertenezco? O bien: -¿Cuál es mi "círculo", cuál "mi" institución, cuál mi organización? O, también: -¿quién es "mi" jefe, quién resolverá mis dudas, quién me dirá lo que debo hacer? Y así, mil veces. Sobre todo cuando una confusión grande nos deja perplejos y sin remedios rápidos.
Es claro que es lo propio de la vida y la ventaja de lo "cotidiano" discernir y enderezar, mil veces si es necesario, el camino y el trayecto. Nada extraordinario hay aquí.
Pero el peregrino descubrirá, sin duda, que su destino es más alto y que no existe institución humana que pueda eficazmente "contenerlo". Siempre hay más.
Porque lo que verdaderamente somos es secreto. No se puede conceptualizar ni encerrar en términos estrechos. Pretenderlo comporta perder inmediatamente el horizonte que se abre en nuestro corazón.
La "vocación" última y verdadera, esa que resuena desde el principio, desde siempre, supera cualquier medida o cualquier discurso o expresión... ¿Estamos dispuestos a aceptar el Misterio y el silencio del secreto inefable?
Es un "secreto" que no tiene "fin", es, pues, "infinito". Sigamos más allá de nuestros pasos sin temor. Es el secreto del Padre...

Alberto E. Justo


jueves, 22 de enero de 2015

No temas...

No temas... Porque Dios está aquí... ¿Sabes? No tienes que conquistar esos horizontes imaginados... Déjate conquistar tú, en silencio, en confianza y en paz. ¿Pretendes un camino "único"? ¡Pero si es éste, precisamente, el que vas siguiendo! No está detallado en ningún diccionario ni hay tratado alguno que lo anuncie. Nada de eso. Simplemente ya es, ya lo sigues, está enraizado en el "Secreto" que "sólo el Padre conoce, que sólo el Padre ve..."
¡Hondura admirable! ¿Qué más puedo decir?
Es verdad que tienes vecinos difíciles. Es verdad que no te comprenderán, que te quedarás perplejo ante lo inesperado, ante lo "inaceptable". Todo eso es verdad, todo eso ocurre... Pero el camino, tu camino, tu vida, es MÁS ALLÁ. O, si quieres por encima o por debajo, porque no cuentan las insolencias de los tiempos, ni los ruidos de las ruinas cada vez más derrumbadas.
Déjate levantar en las alas del Espíritu. Tu vida es el Espíritu. Y más todavía, que no lo sabremos decir.

Alberto E. Justo


domingo, 4 de enero de 2015

Silencio y "sonidos"

¿Qué es el sonido, qué el "clamor"? Eso que ahora oigo ¿es simplemente "ruido"? ¿Qué es lo que oigo? ¿No será el clamor del mundo que suplica una plegaria? ¿No será el gemido sin fronteras que pide misericordia? ¿Y que no lo sabe ni lo sospecha? ¡Tantos son los que ruegan sin saberlo, y de cualquier manera!
Las "cacofonías" no impiden el silencio... Por el contrario, la soledad y la angustia de tantos, en un mundo descompuesto y desacompasado, se expresan con terribles y dolorosísimas "inflamaciones"; como la "irritación" y la angustia de órganos sufrientes que claman piedad.
Hay una relación escondida y fecunda entre el silencio de Getsemani y el clamor que ruega piedad y misericordia...
La "Oración de Jesús", oración monástica por excelencia, nos ha de "revelar", de algún "modo", la hondura del misterio y de nuestro cotidiano padecer.
La enfermedad no dominada es otro clamor de los hombres, que sufren y que sufrimos en el mismo "Huerto" del Señor.
Es el "peso" de la humanidad, el "peso" de la Cruz que participamos, que podemos participar gloriosamente, por la gracia, en el Único Misterio de la Encarnación.
Orad y velad en la hora del Misterio. El silencio es siempre nuevo... El silencio en verdad no calla. El clamor resuena en el silencio: no lo interrumpe, lo revela... El silencio nos canta el clamor, el clamor se transforma en silencio...

Alberto E. Justo

viernes, 2 de enero de 2015

el valor de lo que no se sospecha

Se ha roto nuestra balanza... Nos es muy difícil pesar o medir. Sin embargo podemos muy bien "recibir", sin comentarios, ni reclamos; sin atender, con brusquedad, el valor contingente de tantas cosas.
No sabemos "lo que recibimos". Dios da y da más allá de esas estrellas que nos fascinan y que se apagan siempre.
Nada llevamos que pueda competir eficazmente y otorgarnos sensaciones de triunfo o de victoria. En efecto: "nada sobre nada". Nuestra "biografía", labrada y tallada por la gracia divina, no se asemeja a nada, sino que es, ella misma, portadora de un valor incomparable, único, que sólo a Dios corresponde.
Sí, la vida del hombre es un misterio insondable y, contemporáneamente, inmenso regalo de Dios...

Alberto E. Justo

jueves, 1 de enero de 2015

delicadeza...

Quizá podamos traducir "agape" también con la palabra "respeto". Porque asombro contemplativo y respeto se vinculan en la Caridad. Hemos olvidado la hondura y la delicadeza que brotan del Corazón de Dios.
Cortesía y coraje no se oponen: se precisan. Porque el amor se expresa con valor y constancia, y la pureza y altura en el trato son propias de la caridad.
Nos invitamos, pues, a descubrir en el silencio esa "delicadeza" que siempre lo acompaña...
La vocación contemplativa excluye la torpeza y se afina en el Espíritu que habita en nuestro corazón.

Alberto E. Justo