jueves, 27 de marzo de 2014

acerca de la nueva "soledad"

Porque todos los días aprendemos en el silencio o en el bullicio un "paso" hacia lo alto de un camino que no acaba y que halla su cumplimiento en la hora de la muerte...
El hombre no sospecha la luz de su intimidad, lo íntimo inmenso de su corazón. Las amenazas de inquietud y de zozobra, en la difícil navegación de estos días, se multiplican y atemorizan ante el permanente deseo de paz.
¿Cómo huir o precaverse de tanta angustia y desazón en medio de un mundo que todo lo quiere ignorar?
El horror de estos días es ruido y tristeza, en suma "desesperanza" y desilusión.
Pero nuestra oración no está encadenada y la súplica cotidiana se eleva a cada instante en medio de tantas pruebas. Súplica silenciosa y solitaria, plegaria en nueva soledad. ¿Quién se atreve a seguir ahora luchando y luchando en el secreto cotidiano de un sufrimiento incalificable?
Porque, en efecto, lo primero que se manifiesta en nuestras jornadas es la imagen de Getsemaní y de un desierto preñado de reventones y de estrépito sin sentido.
Pero, por debajo, hay una nueva soledad que, desde luego, es crucificante, pero que amanece en el Paraíso con Aquél que nos llama y nos levanta por encima de todo lo creado.

Alberto E. Justo

miércoles, 26 de marzo de 2014

lucha interior...

Descubriremos muchas veces una suerte de guerra en nuestro interior... El asalto del antiguo adversario no se hace esperar... Pero es urgente volver al corazón y no dejar que las distracciones nos aparten del camino y de la vida.
Es "normal" hallarnos en sutiles combates y en necios "enfrentamientos" con lo que no sabemos. Un golpe y otro golpe y ya estamos mordiendo el polvo y arrastrándonos por el suelo. Pero nada más fecundo que dejar entonces y levantarnos en confianza y con firmeza. Sí, "dejar", precisamente dejar y abandonar, a la vera de la senda que seguimos, aquello falso que nos engaña y nos aparta de lo real y profundo.
En un solo instante estamos de nuevo en el "centro". Dejémonos "levantar" por Aquél que es nuestra Vida...

Alberto E. Justo

espíritu y libertad

En efecto, el espíritu respira en libertad y las "determinaciones" que oprimen al peregrino no han de turbar su andar. Porque es siempre posible que los necios inventen métodos para circunscribir los caminos ajenos, pero es imposible que ahoguen la libertad profunda de los demás.
El hombre halla valles inmensos donde descubre el sí profundo que no conoce fronteras ni caprichos. Frecuentemente porfían los mandones y los ambiciosos, pretendiendo imponer sus ocurrencias... Ignoran que ese infinito horizonte de la vida no queda sujeto a nada ni a nadie... Olvidan aquella intimidad que a Dios sólo pertenece e insisten invocando "poderes" que no son más que diminutas ilusiones...
Viva el peregrino seguro de sus pasos, que lleva un tesoro inimaginable en su corazón. Viva y despierte en el Misterio, sin temer, en confianza y en paz.

Alberto E. Justo

martes, 25 de marzo de 2014

Hacia las montañas

Siempre: solo a solas con el Solo. La Presencia es la misma oración... Disposición plena de medio segundo de duración: es para siempre. Convierte el minuto en eternidad, sin reservas y sin cálculo¨.
Él Es. Él es presencia... Él es - Él conoce... ¿Hay acaso diferencia entre ser y conocer? No nos hallamos en una fábrica con horarios ni hay que marcar la entrada o la salida.
Todos los recodos y situaciones de la vida presente están ahí para recordar e indicar un exilio. O para significar que el exiliado, de todas maneras, no está ahí o aquí.
El exiliado se halla en un lugar "imposible", en un no-lugar, que es hondura inaudita. El cuerpo señala "más-allá-del-cuerpo". Todo cuerpo sirve de contraste, como el claroscuro o la sombra resalta la luz en un cuadro. Precisamente indica "otro lugar". Responde simplemente: -no está aquí.
Todas las cosas dicen "yo no soy". Aún el canto más maravilloso, aún la plegaria más atenta.
Nada tan sublime como el silencio que no se proyecta ni se programa demasiado. Al silencio se lo encuentra aún en el fárrago, aún en la sorpresa. El silencio está... Siempre más aquí.
No, no he de fabricar silencio...
El silencio no sabe de preparaciones. Está siempre y todo lo abarca...
Esplendor que no aguardaba
en la tibia tarde primera... 
¡Clamor, grito, llamada!
Más allá de la frontera...
Ya se elevan esas llamas
por encima de las piedras...

Alberto E. Justo

domingo, 9 de marzo de 2014

El canto que no se detiene

Canta el poeta en el centro de su alma... No sabe cómo manifestar su melodía ni cómo escribir lo que se escapa... Huyen los modos, se detienen las palabras, no hay manera de decir, apenas un llanto escondido en lo más hondo... Y, sin embargo, resuena en los espacios sin fronteras, un himno que es incomparable y que no parece necesitar otra cosa que su inspiración secreta.
Es semejante a la oración silenciosa que supera la propia expresión. No pretende textos ni conceptos... Ha surgido y nacido más allá... Y más allá permanece, continúa en nuevas armonías, saltando entre las montañas, sumergiéndose en el mar, ascendiendo a los cielos y besando las estrellas...
No desesperes en los silencios ni en los desiertos... Las flores brotan en cualquier parte. Aunque los "otros" te apresuren... tú reposa y deja. En el Centro todo es misterio y vida nueva...

Alberto E. Justo

miércoles, 5 de marzo de 2014

No copies ni te copies...

Con esa terrible ansiedad, digna de evitarse, me digo: -voy a aprenderme bien de memoria lo que dice aquél gran maestro, a fin de aprovechar los caminos espirituales... Y pasan los tiempos, los días y las horas y acabo por darme cuenta que sigo en el punto de partida...
¿Desilusión? ¿Fracaso? Quizá sea necesario "fracasar" muchas veces para hallar "aquello" que nunca podemos expresar bien.
El "silencio" parece muy penoso para algunos... Entonces adviene esa caterva de tensiones, esa feroz invasión de propósitos, porque no logramos lo que queremos así no más.
Se ha dicho que las "aguas de Siloé" fluyen en el silencio... ¿Qué ocurre cuando dejo que el curso del río me lleve más allá? Tu respiro te levanta por encima de tus sueños. Ya te hallas donde no sospechas: alégrate, nada más.

Alberto E. Justo

insistir en la búsqueda...

Abre los ojos interiores... Mira más allá. Más "adentro" es lo mismo que "más allá" o "más aquí". Se trata de superar una cierta frontera o de derribar esas falsas y pesadas murallas que nos encierran... Para eso es necesario abrir los ojos interiores...
Me dirás que nada ves. Me dirás que topas con sombras terribles o que carecen de sentido...
Pero te digo: así como el silencio supera y trasciende cualquier sonido y nos levanta a la música más alta, los ojos del corazón sólo hallan el reposo en el horizonte inmenso que, como la luz nueva, se descubre con la paradoja de lo que parece inalcanzable.
Trata de vencer ese "parecer" que no te permite seguir. Te encuentras en la llanura, en las montañas, en el mar... Hay ruidos y sonidos molestos por todos lados, pero tu sabes y te dices, con firmeza: "yo no soy eso", en realidad no estoy allí ni aquí.
Y te sientes solo, sin el sentido que aguardabas... Pues ¡aprende a caminar sin el "sentido" que te consuela! ¿Qué sentido? ¿Hacia el norte, hacia el sud, hacia el este, hacia el oeste? Tu horizonte está siempre más allá porque está siempre más aquí.
No caigas en ciénaga alguna..., no te quedes atado a las "estructuras" que mueren. Goza vivir desde el hondo respiro, en la misma vida de Dios.

Alberto E. Justo


martes, 4 de marzo de 2014

en las horas de la noche

Estas son las horas de dolor y de prueba... Sobre todo cuando la soberbia de la ignorancia pretende aplastar al pobre viandante que busca la paz y el silencio, la hondura y la libertad...
La necedad se apodera con harta frecuencia de los escenarios descoloridos de nuestros días y parece ser la última palabra en el tiempo de la confusión.
Pero no es así... Fantasmas y máscaras, con pretensiones de ferocidad, ensayan sus muecas, aunque sólo frente al espejo, porque carecen de horizontes límpidos y grandes.
Sepa el peregrino seguir a pesar de todo, sepa no prestar atención alguna a lo que carece de ser y de profundidad, sepa, en fin, lo que valen sus segundos y su respiro... Recuerde, una y mil veces, que no puede ser sometido por nada, ni por nadie: su corazón está abierto en la Eternidad.

Alberto E. Justo